Ese es el problema del silencio:
una no puede poner a prueba sus ideas.Porque no son ideas, son la verdad.
Y, con ellos, a la evidencia de que esta cinefilia solitaria y ágrafa no está sirviendo para poner a prueba casi nada. La pregunta sobre si en algún momento una distinta manera de vivir el cine (menos solitaria y menos ágrafa) consiguió algo mejor es legítima pero ya carece de importancia: ahora que de casi todo hace veinte años, o diez, que para el caso y la trágica intensidad de los últimos es lo mismo, todo va quedando olvidado, y quizá está bien que así sea: no es un exceso afirmar que todo aquello de nada sirvió. El presente es como es y aquí nos encontramos, sin más herramientas que el desconcierto y el pesimismo, y un odio a veces todavía bien engrasado hacia el estado de cosas, pero que de tan abrumador a veces se confunde con la indiferencia. En todo caso, y como pequeño contrapunto, una sensible sentencia de Richard Linklater:
Nunca sabemos el impacto que podemos tener en las vidas de los demás.
Con este comienzo, no es una sorpresa concluir que el año cinematográfico no ha sido bueno. No ya las películas de este año, que de todo ha habido y, de nuevo, hay al menos diez buenos largometrajes rescatables, recomendables y mencionables (aunque quepa lamentar la escasa repercusión de los más emotivos y menos cínicos de todos ellos); sino casi todo lo demás: las productoras, desorientadas, serviles y desmeduladas, o algo peor; los festivales y su repercusión; el ambiente crítico; la organización temporal de los estrenos en salas y el ambiente en éstas, peliagudamente nulo en casi todo lo que hace del cine algo memorable. Y, derivado de ello, de algunas cifras asombrosamente desalentadoras y de que en el centro del poder estadounidense todo lo imaginable, en el peor sentido, parece ser posible, la sensación, por vez primera, de que quizá las salas de cine sí tengan fecha de caducidad, y ya no se trate solamente de una idea inducida por intereses empresariales deseosos de que esto se reduzca al consumo individual de películas en la tele de casa, y no a un acto comunitario, uno de los pocos que quedan a precio relativamente popular, en el que relegar la individualidad ante una causa mayor.
Causas mayores: una de ellas, lamentablemente en casa y no en sala alguna, fue la de Jean Harlow, dueña de unas interpretaciones de impacto mayúsculo y, seguramente, uno de los mayores ejemplos de lo que la mirada superficialmente deseante ha dañado al cine: porque no se trata solamente de una actriz bella, memorable por ser el modelo de Marilyn Monroe o por ser en su día absurda piedra de escándalo por su prematura y desgraciada viudez, o aún más prematura y desgraciada muerte; no, fue una autora cinematográfica, y su personaje, único con diversas variantes, perfilado y perfeccionado hasta llegar al cénit de Entre esposa y secretaria (Clarence Brown, 1936) se queda, para siempre, en esta desengañada memoria cinematográfica de 2025.
Otra causa sin duda mayor, llegada a las salas de forma inopinada en unos días de calor asfixiante (y por lo inhabitual y sobresaliente de la propuesta, conviene mencionar a sus artífices, al menos en la ciudad que me toca: la distribuidor Atalante y los cines Golem), fue el ciclo de Maurice Pialat, un cineasta lleno de furia y de tristeza, en realidad un fiel pintor de la depresión postsesentayochista y un fiel continuador, en muchos aspectos, de la triste grandeza de Jean Eustache, tan otoñal, melancólico y áspero como él. Sus películas, y el hermoso ambiente creado alrededor de sus siempre especiales proyecciones, fueron un bálsamo en medio de un delirio de temperaturas inverosímiles y de unas instituciones cinematográficas públicas dimitidas de cualquier intento semejante.
Las otras causas mayores de la temporada llegan en forma de lista de estrenos porque, como dijo Umberto Eco, las listas ordenan el mundo y hacen que la infinitud sea comprensible. En este panorama, solo queda dar las gracias a sus artífices:
1. Morlaix (Jaime Rosales, 2025)
2. El cuadro robado (Pascal Bonitzer, 2024)
3. Una batalla tras otra (Paul Thomas Anderson, 2025)
4. Valor sentimental (Joachim Trier, 2025)
5. Corazones rotos (Gilles Lellouche, 2024)
6. On Falling (Laura Carreira, 2024)
7. Tres amigas (Emmanuel Mouret, 2024)
8. Nuestra querida profesora (Ruth Beckermann, 2024)
9. Father Mother Sister Brother (Jim Jarmusch, 2025)
10.El último suspiro (Costa Gavras, 2024)



























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