El pasado envejece muy rápido. Intento retomar el hilo de la escritura volviendo al último texto publicado aquí, hace ahora justo un año, pero compruebo que ese camino quedó cegado: los doce meses de silencio pesan y la que entonces parecía la principal conclusión de aquellos párrafos (marcados por el título: "dentro del mundo") se ha difuminado sin apenas dejar rastro. Me parece ahora mucho más pertinente considerar que es un error sentirse dentro del mundo, porque el mundo, pese a sus engañosas pausas, se dedica a centrifugar sin parar hacia periferias inciertas. Constatado esto, recuerdo cuando llegué, en algún momento de este año, a la lectura de la sentencia definitiva de Rainer Maria Rilke:
Si podéis vivir sin escribir, no escribáis.