29 de junio de 2007

Las actas secretas

Adentrándonos en el terreno de las visiones conspirativas de la historia, está más que documentada la existencia de la Santa Alianza, los servicios secretos del Vaticano, que vienen actuando desde el lejano año de 1566. Del mismo modo, en los últimos años proliferan los estudios sobre el Club Bilderberg y sobre la Comisión Trilateral , mientras al oportunista rebufo de cierto éxito editorial salen como setas libros sobre poderosas y ocultas sectas, aunque en la mayoría de los casos utilizando más la pura especulación y las suposiciones que la investigación histórica. Para ahorrarse una buena cantidad de lecturas inútiles, lo mejor es acudir al libro de Juan Carlos Castillón, Amos del mundo, que ofrece una interesante visión de conjunto de las hipótesis conspirativas.
En todo caso, es evidente que estas teorías, estén mejor o peor fundamentadas, tienen en realidad una importancia escasa. Podemos desecharlas todas o asumir algunas en parte, tratarlas como ridículas historietas de iluminados o verlas con preocupación o angustia. Pero, hagamos una cosa u otra, da igual.
Existan conspiraciones o no, nadie de entre nosotros (entendiendo nosotros como la mayoría de los comunes mortales que nos dedicamos a trabajar, estudiar, navegar por Internet, etcétera), tiene la más mínima influencia en la política económica del gobierno. Tampoco, por supuesto, en las decisiones de la grandes empresas sobre salarios, tamaño de las plantillas o deslocalizaciones. Ni en la política exterior estadounidense, ni en las líneas de actuación de la CIA sobre a qué gobiernos es necesario desestabilizar y a cuáles hay que financiar, apoyar y apuntalar a toda costa. Tampoco sobre en qué países en guerra hay que intevenir, ni a qué contendienes se deben vender armas. Ni sobre qué genocidios es necesario recordar mientras existan seres humanos sobre la Tierra, y cuáles hay que olvidar y aun negar. En definitiva: no tenemos ningún poder de decisión sobre las estructuras del mundo en que vivimos. Entetenerse con cortinas de humo, cuando la irrealidad de la soberanía popular se muestra día tras día, es una más que discutible forma de ocupar el tiempo.

3 comentarios:

poliptoton dijo...

Supongo que habrás visto que tiendo a exagerar mis afirmaciones, entre otras cosas porque la necesidad de ser siempre correcto y ecuánime me parece un verdadero coñazo. En todo caso, y reconociendo que es cierto lo que dices, jamás entenderé los barrios de gays, las películas para gays, los hoteles para gays o las peluquerías para gays. Cualquier colectivo tiene derecho a la endogamia, y me parece una opción muy respetable, pero que para mí luego entra en contradicción con algunas de sus reivindicaciones. Sólo un matiz: lo de la policía, sinceramente, no me consta.
Saludos y a actualizar más, que lo que te he leído me ha gustado.

poliptoton dijo...

...aunque te guste Visconti. ;)

Belle dijo...

Hoy sólo te doy las gracias por volver y la enhorabuena por el contenido del post.

Qué alegría ...