28 de febrero de 2019

El crudo trabajo



Al anunciarse la retrospectiva completa de Wang Bing "Vidas despojadas, vidas resistentes", que se proyectó entre el 4 de octubre y el 17 de noviembre pasados entre el Museo Reina Sofía y la Filmoteca Española, y sin conocer todavía la existencia de una obra de las dimensiones de 15 Hours, volvió a tomar forma un viejo anhelo en el que se mezclaba un interés genuino por una filmografía tan decisiva en este siglo como la del director de Al oeste de los raíles con el reto de poner a prueba hasta dónde era capaz de llegar la vocación como espectador cinematográfico. Este anhelo era intentar, hasta donde fuera posible, acometer el visionado de Crude Oil, mítica película de catorce horas de duración sobre la que, durante un tiempo y cuando la popularidad de Wang Bing derivada del impacto de su ópera prima permitía que un festival como DocumentaMadrid le dedicase una retrospectiva, existió cierta fascinación, semejante a la de una sociedad secreta por un objeto abstruso e inalcanzable. Lo cierto es que, en estos tiempos cambiantes y desmemoriados, los siete años transcurridos desde el ciclo programado por el festival que entonces dirigía Antonio Delgado hasta la concesión del Leopardo de Oro en el Festival de Locarno a Mrs. Fang (2017) fueron dejando el nombre de Wang Bing en un lugar secundario para el común de los espectadores españoles y la práctica totalidad de sus festivales de cine; así las cosas, la expectación por la proyección ininterrumpida de Crude Oil en el Museo Reina Sofía los pasados días 3 y 4 de noviembre, de manera similar a lo que sucedió con 15 Hours solo dos semanas antes, fue muy pequeña y una sala prácticamente vacía fue el panorama con el que tocó lidiar los 840 minutos de sesión. Circunstancia, en fin, que por el atrevimiento y el esfuerzo que, intuyo, supuso programar ambos monumentos cinematográficos y por su importancia, me atrevo a decir, para la historia del cine, solo me cabe deplorar.