Después de cinco años y siete meses sin escribir en este blog, supongo que si hay algún lector al otro lado se hará muchas preguntas al ver esto. ¿Cómo es que quien firma como autor del mismo, Perzival, pseudónimo poco original que no esconde a ningún personaje, solamente a una persona que seguía la costumbre -antes de la popularización de Facebook- de no firmar con el propio nombre nada que publique en la red, no ha tenido el detalle de borrar este blog y contribuir a que la cantidad de páginas flotantes pero muertas se reduzca y podamos seguir solamente a quienes se molestan en mantener una publicación viva?
Y sí, parece una objeción razonable. Sin embargo, por mucho que hayan pasado años y, seguramente, mucho de lo publicado me produzca ahora una gran distancia, lo cierto es que el tiempo transcurrido no ha significado haberme convertido en una persona distinta, ni crecer hacia algún lado, ni cambiar en lo sustancial, ni para mal ni para bien. En realidad, lo único distinto entre entonces y ahora son las cosas que han quedado por hacer, una de las cuales, y no menor (y a pesar de la comprobable ausencia de lectores), es la de escribir, esforzarse en poner negro sobre blanco alguna opinión, algún razonamiento elaborado, algo transmisible y publicable. Tengo amigos que han publicado libros, que han dirigido películas, que han escrito en revistas de prestigio. Yo no he hecho nada memorable y tal vez ya no lo haga. Seguramente, esforzarse en escribir y publicar aquí no sea algo memorable, pero sí algo mejor que ver transcurrir los días y ver cómo el tiempo se escapa, sin dejar rastro alguno.
Así que intentaremos volver a escribir ahora, aprovechando la existencia, testimonial pero real al fin y al cabo, de esta página. Tal vez hablemos solamente de cine, aprovechando algunos textos ya esbozados; o tal vez acabemos derivando hacia la política internacional o la historia de los movimientos revolucionarios, asuntos que me interesan, como mínimo, tanto como el cine. O, quizá, escrito y publicado esto, no haya más que decir y la página muera definitivamente. El tiempo lo dirá.
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